16/10/07


“HABLEMOS MÁS DE LOS ESPAÑOLES Y MENOS DE ESPAÑA”

Ya han pasado unos cuantos días tras la celebración de la Fiesta Nacional, que si no me equivoco, fue así decidida por el gobierno de España presidido por el socialista Felipe González. Este año, las derechas españolistas animadas por el PP, eligieron para vociferar el peor de los momentos yaprovecharon los resquicios que proporcionaba el acto. Con la indignidad que les caracteriza utilizaron la ofrenda floral a los soldados españoles fallecidos en misiones de alto riesgo, como Afganistán o Líbano. Honrar a los muertos les importa –contra lo que proclaman- un pimiento. Los demócratas y patriotas como yo, no vamos a olvidar tan fácilmente ni el desvarío del jefe de la oposición, ni al partido que precalienta, alienta y pseudorganiza a sus incondicionales tan incívicamente.

En fin, qué les voy a contar….En cualquier caso, reconozco que el viernes, sí que miré de vez en cuando la TVE para ver la parada militar. No me avergüenzo y tengo que reconocer que me vinieron imágenes de mi desaparecido padre que era de derechas pero muy respetuoso para con las instituciones y las personas que las detentaran en cada momento, y que un año tras otro se pegaba al televisor. Reconozco que los sentimientos me pudieron y bueno….Y, también me asomé al balcón de mi casa para ver cuantas banderas colgaban mis convecinos y ni una. ¿Por qué será? En cualquier caso, yo soy de los que practico lo de “tengamos la fiesta en paz”.

Para terminar dos pequeños apuntes. Uno para significar que hay muchas formas de ser y sentirse español. ¿Se acuerdan de los versos de George Brassens que Paco Ibáñez tradujo y que muchos antifranquistas cantamos? “La mala reputación” se llamaba la canción y decía así una de sus estrofas: “Cuando la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual/ que la música militar nunca me supo levantar/ En el mundo pues no hay mayor pecado/ que el de no seguir al abanderado/ No, a la gente no gusta que una tenga su propia fe”. Y dos, el frentismo institucional y la apropiación de los símbolos partidariamente no son la mejor forma de demostrar el denominado por algunos “orgullo patrio”.

Conclusión, cuando la razón se cambia por la descalificación y el tremendismo anula el sereno análisis. Malo, malo.

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