Este objetivo en gran medida lo han conseguido gracias a un exceso de ejercer la política profesionalizada sin contrapesos, que puede ser tan destructiva como el fentanilo, arrastrando a muchos afiliados al pasotismo que desemboca en catarsis vía Internet o expulsando a otros, que luego los vemos dando la cara como activistas en plataformas cívicas.
En el caso de los partidos de la izquierda y en concreto en el PSOE, este objetivo –se gobierne o no-, ha fabricado liderazgos telegénicos que en más de una ocasión camuflan ineptitudes muy alejados del buen político. Sumemos los déficits democráticos que acarrea este modelo tan alejado del acerbo socialista donde la crítica y el debate son nucleares.
Esta fórmula está haciendo que los partidos en nuestro país estén conformado por ciudadanos de una edad madura, lo cual hay que dar una pensada por que si esto sigue así, se van a convertir, por descarte en instrumento al servicio de una minoría. La pregunta es por qué las generaciones que hoy tienen 40 a 50 años no ven atractivo el afiliarse a un partido.
Ojalá, el 41 Congreso del PSOE aborde esta cuestión (profundizar en la democracia interna, fomentar contrapesos y la participación militante y ciudadana), de no ser así, ello será porque a la cúpula y a la psudoélite "provinciana" que se juntarán en Sevilla van más a pasillear que otra cosa, y no les interesa. ¿Se puede corregir? Yo pienso que sí.
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