Estos días muchos están escribiendo sobre la importancia de Nicolás Redondo Urbieta y no sólo por el hecho sindical. Por mi cabeza pasan muchos momentos, pero voy a ir a un acontecimiento que me marcó para toda la vida. La primera vez que vi y escuché a Nicolás Redondo, Nico, fue en tiempos de la clandestinidad, allá por el año 1975.
Leyendo el libro “100 años de socialismo en La Rioja”, encontramos la cita a la que me refiero. El primer domingo de agosto de 1975 están en La Rioja los secretarios Generales del PSOE y de la UGT, Felipe González y Nicolás Redondo presentando las ideas del socialismo renovado. La clandestinidad exigió que la citase celebrara en los sótanos de la vieja Iglesia de Albelda con absoluta reserva y discreción de todo el mundo, que ni para comer se salió del lugar. La presentación y el debate se centró fundamentalmente en tres puntos la necesidad de oponerse a la Junta Democrática liderada por el PCE potenciando la Plataforma de Convergencia Democrática; la urgencia de fortalecer el Partido en el interior y devaluar el del exterior y finalmente romper con el Sindicato Vertical.
No voy a recrear aquí todos los éxitos de Nico, ni de sus diferentes Comisiones Ejecutivas que él encabezó pues, han sido muchos. Sólo voy a citar uno que marcó al principio de la Transición grandes diferencias con CCOO. Me refiero a la concertación con la CEOE y el consiguiente logro de la autonomía sindical, materias ambas que encuadran en parte las actuales relaciones laborales en España.
En fin. Nos deja una persona muy comprometida con el socialismo democrático, el sindicalismo autónomo y la defensa de la democracia. Un claro referente de la militancia y de la coherencia
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