No es la primera vez que digo algo sobre la aparente disolución entre clases sociales, a la vez que mantengo que se ha abierto una brecha cada vez más grande y posiblemente, más insalvable.
Para
mí, la sociedad en la que nos toca vivir se parece cada vez más a uno de esos
ricos pasteles que llevan por nombre hojaldre. Una sociedad donde la media
burguesía ha subido un peldaño, ha ganado posiciones sociales y económicas, las
clases trabajadoras técnicas intentan ocupar el puesto dejado por la pequeña
burguesía, mientras la clase trabajadora cada día tiene más necesidades por
cubrir. Si esto es así queda claro que los “asalariados rasos” son los modernos
esclavos del siglo XXI.
Por
eso se hace necesario que la dirigencia que dice ser los herederos de las
luchas socialistas, abandonen cuando
están en la oposición la telegénica moderación, dado que los más desprotegidos
no comprenden su acción porque interpretan equivocadamente o no, que son el
“entremés” de la derecha.
Para
ganar credibilidad no sólo es necesario recuperar la expresión olvidada de la
TRANSFORMACION DE LA SOCIEDAD, sino que es obligado explicar las medidas que
acompañan esta pretensión de auténtico cambio. Por tanto, aclaremos al
electorado si cuando hablamos de reformar, estamos queriendo decir democratizar
lo económico, base de la injusticia que aqueja a la ciudadanía en general.
Como
dice Romualdo Peris “Las cesiones, los coqueteos con la derecha son los signos de
debilidad de la izquierda o aun peor el signo de la molicie y el acomodamiento
de sus dirigentes".
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