12/8/25

MODO ERÓTICO. PIRATAS DE AGOSTO

Sentado frente el televisor surfeo entre las olas grises de Gaza, la marea creciente de desigualdad y la niebla espesa de políticos mediocres, siento la necesidad urgente de izar velas, filtrar el ruido y encontrar corrientes limpias que mantengan vivo mi pensamiento crítico.

No sé si soy un pirata de sangre caliente o un bucanero de puerto incierto, pero lo cierto es que navego con el mando a distancia como timón, buscando orillas donde las noticias no me arponeen el ánimo.

En este mar agitado, donde el mundo —guste o no a EEUU— se ha vuelto multipolar (nada que ver con el poliamor, aunque la tentación siempre esté ahí), me debato entre COMPLEMENTAR o SUSTITUIR la información que recibo… o bien sumergirme como un pez tímido y evitar la superficie.

Dicen que, en la cartografía de la infidelidad que los hombres preferimos COMPLEMENTAR y las mujeres SUSTITUIR. No sé si es o no cierto. Si traslado esa lógica de alcoba a la política, admito que a menudo entro en MODO ERÓTICO: me abro a travesías nuevas, a caricias de ideas, a sensaciones que rozan lo prohibido y me arrancan —aunque sea un instante— y así atajo la áspera realidad que los poderosos nos imponen como grilletes invisibles. Y sí, funciona como el mejor de los afrodisíacos.

Cuando recupero el pulso tras tanto infortunio y dejo caer el mando del televisor sobre la mesa como un sable en reposo, respiro hondo y me lanzo otra vez al abordaje del activismo. Confío en que las endorfinas que, en un día luminoso, descubrí en agradable compañía del sexo opuesto, como buenas aliadas de cubierta, me ayuden a luchar contra la sal corrosiva del odio y contra las corrientes mortales que quieren hundirnos.

 

 

 

 

 

 

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