El coronavirus nos está dejando muy patente la
catadura moral de muchos individuos que con tal de hacer daño al gobernante de
turno, en esta ocasión a Pedro Sánchez y al Ejecutivo de coalición, son capaces
de irradiar odio a espuertas. Les importa un comino si con ello lesionan a
otros congéneres o si corro en el
sistema democrático. Como se suele decir “son mala gente”. Los hay conscientes
de ello y se lo trabajan a fondo pero, también los hay otros, que con una falta
clara de empatía rebotan mensajes sin más. Todos ellos para mí son culpables.
Tal es la
situación que el otro día tuvimos la posibilidad de escuchar en el Congreso de
los Diputados lo que el presidente del Gobierno de España espetó a Santiago
Abascal. "Me dirijo a usted y a sus millones de 'bots'
(robots en redes) que juegan con los "bulos, las mentiras y la
desinformación" y con "el instrumento del odio".
Tiempo
este –del confinamiento-, en el que se ha agudizado este comportamiento tan
antisocial al tener todos más tiempo para emitir mensajes. Luego están algunos
medios de comunicación cuya función constitucional es la de informar y no la de
intoxicar. Pero les da igual, han convertido todas sus páginas en una
editorial. Es decir, libelos ideológicos.
Soy
de la opinión de que el PP y Vox mantienen un pulso electoral jugando con el dolor de los ciudadanos y en
el “cuanto peor mejor”, claro para ellos. Mientras los de C’s ya se han dado
cuenta y progresivamente se irán desligando
de la derechona y en ello andan.
Termino
refiriéndome a que esta pandemia ha puesto de relieve lo débiles que somos como
especie en la Tierra. Que en los sistemas sociopolíticos, como el nuestro,
siempre hay fuerzas que buscan el debilitamiento
de la democracia. Que, pasado el Covi-19 los poderosos/élites se prestarán con
ahínco a aprovecharse de la catástrofe social, económica y política que nos
deja y pondrán en marcha sus mecanismos de dominación.
Ante esta
posibilidad tenemos que estar vigilantes, ser contestatarios y tomar clara
conciencia de clase. Lo demás es distraerse y facilitar que siga
desarrollándose el capitalismo de casino.
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