Actos como el que demando son los que pueden cultivar la
fraternidad y el internacionalismo. El “pasar” y sólo quedarnos en el rechazo
mediático –que está bien-, pone de manifiesto algunas taras que arrastramos.
Los jóvenes socialistas que han sido asesinados eran kurdos
y turcos unidos por un sentimiento profundo de solidaridad. Se encontraban en
la población turca de Suruç, cercana a la frontera con Siria, a la espera de
obtener los permisos necesarios para entrar a ese país y ayudar en la reconstrucción
de Kobane, pueblo que fue liberado del asedio que sobre él ejercía el Estado
Islámico. Alimentos y juguetes, para una castigada población, eran las “armas”
que portaban todos esos jóvenes. Lamentable, muy lamentable.
Recordemos también la
masacre en Utoya (Noruega), ya han pasado cuatro años de la matanza de sesenta
y nueve jóvenes. Otros sesenta y seis fueron heridos.
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