23/12/25

CONTRA LA FALSA “PODEMIZACIÓN” DEL PSOE


El exministro Jordi Sevilla ha anunciado su intención de promover una alternativa interna en el PSOE frente a lo que denomina la “podemización” del partido. Conviene empezar dejando algo claro: en el PSOE, como en cualquier organización democrática, todo afiliado tiene pleno derecho a expresar sus ideas y a organizar corrientes de opinión. Yo mismo -un moderado-, pertenezco a Izquierda Socialista, una corriente histórica y plenamente integrada en el partido.

Dicho esto, discrepo frontalmente del planteamiento de Jordi Sevilla. Por lo leído hasta ahora, su propuesta parte de un diagnóstico erróneo y, me temo, deliberadamente sesgado: la idea de que el PSOE habría abandonado la socialdemocracia para abrazar una supuesta deriva “izquierdista” bajo el liderazgo de Pedro Sánchez.

A falta de un manifiesto concreto —que, por cierto, aún está por escribirse—, conviene recordar un hecho incontestable: el PSOE, hoy, se sitúa plenamente dentro de las coordenadas de la socialdemocracia europea. No solo por su acción de gobierno, sino por su pertenencia al Partido de los Socialistas Europeos y a la Internacional Socialista. Sostener lo contrario no es una opinión respetable: es una falacia política.

Todo apunta a que esta operación responde más a claves internas que a un debate ideológico honesto. Se inscribe en una estrategia ya conocida, impulsada mediáticamente por algunos exdirigentes del socialismo del siglo pasado, que no han aceptado ni el tiempo histórico ni las mayorías sociales actuales. A ello se suma la reaparición intermitente —cual ojos del Guadiana— de proyectos como el de Izquierda Española, promocionados en determinados platós y foros como si fueran alternativas reales, cuando en realidad carecen de arraigo social y militante.

Calificar la acción del Gobierno de España —y la de comunidades autónomas y municipios gobernados por el PSOE por decisión libre de la ciudadanía— como fruto del “populismo” no es una crítica política: es una distorsión consciente de la realidad. Es negar la legitimidad democrática de políticas públicas que han sido respaldadas en las urnas.

Conviene recordar, además, que el PSOE no es un bloque monolítico. En su seno conviven, al menos, tres tradiciones: la socialdemócrata, la socioliberal y la socialista. La cuestión relevante no es si existen, sino cuál se pretende impulsar y al servicio de qué mayorías sociales. Porque lo que resulta profundamente irresponsable es ignorar el verdadero contexto político: democracias liberales amenazadas por la extrema derecha, con Vox marcando agenda y un Partido Popular que ha abandonado cualquier rastro de socialcristianismo para competir en radicalidad.

Negar este escenario, o mirar hacia otro lado, no es moderación: es ceguera política.

En definitiva, esta operación tiene mucho menos que ver con la defensa de la socialdemocracia y mucho más con una carrera de galgos interna, desconectada de los problemas reales del país y de la confrontación ideológica que hoy se libra en Europa. Y eso, para un partido como el PSOE, no solo es estéril: es peligroso.

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