14/9/25

LA VIOLENCIA POLÍTICA ¿QUÉ OPINARÁ GONZALO CAPELLÁN?

El asesinato del activista ultra Charlie Kirk en Estados Unidos ha sido inmediatamente instrumentalizado por Donald Trump para culpar a la izquierda sin pruebas. En España, declaraciones como las de Miguel Tellado, secretario general del PP, apuntan en la misma dirección: relativizar y tergiversar un drama que debería unirnos contra cualquier forma de violencia política.

Una pregunta más a hacer a Gonzalo Capellán presidente de la región de La Rioja. La muerte a tiros de Charlie Kirk, referente mediático de la ultraderecha estadounidense, debería ser un hecho suficiente para una condena unánime y sin matices: ningún asesinato motivado por razones políticas puede justificarse. Sin embargo, lejos de contribuir a la calma, Donald Trump ha reaccionado acusando de inmediato a la “izquierda radical”, sin pruebas y con un discurso que sólo añade gasolina a la polarización en un país ya al borde del colapso democrático.

Ese reflejo que se fundamenta en los 11 principios del nazi Joseph Goebbels —convertir una tragedia en munición partidista— no es nuevo en Trump. Forma parte de su manera de hacer política: construir un relato de persecución, señalar enemigos internos y alimentar la sensación de que la violencia es inevitable. Lo grave es que ese patrón empieza a encontrar eco más allá de Estados Unidos.

En España, Miguel Tellado, secretario general del PP, ha verbalizado una pregunta que parece inocente pero es profundamente tóxica: “¿Qué pasaría en España si una persona de ultraderecha asesinara a tiros a un activista de izquierdas?”. Una reflexión que no podemos compartir como demócratas y socialistas, porque desplaza el foco de lo ocurrido y lo utiliza como espejo deformado en la arena política nacional.

La violencia política no admite comparaciones ni juegos retóricos. Cada vez que se plantea la cuestión en términos de “qué pasaría si…” se está trivializando el hecho real, se insinúa un doble rasero y se coloca el debate en un terreno de equidistancias morales inaceptables. Un asesinato político no es un recurso argumental: es una fractura social que debería ser condenada sin reservas.

El caso de Jair Bolsonaro en Brasil —condenado a décadas de prisión por sus maniobras contra la democracia— recuerda que la justicia puede y debe actuar contra quienes socavan las instituciones. Pero lo urgente hoy, frente a lo sucedido en Estados Unidos y las declaraciones en España, es frenar la tentación de usar la violencia como ariete político. Porque cuando la violencia se convierte en un arma dialéctica, termina por normalizarse en la realidad.

La democracia no se defiende con preguntas tramposas ni con acusaciones sin pruebas: se defiende con coherencia, con respeto a los hechos y con una condena rotunda a toda violencia, venga de donde venga.

6/9/25

LA VUELTA CICLISTA Y LA DENUNCIA DEL GENOCIDIO EN GAZA

Sentado frente al televisor, día tras día, miles de aficionados disfrutan del espectáculo de la Vuelta ciclista a España. Sin embargo, este año la carrera no solo ofrece épica deportiva: también se está convirtiendo en un escaparate donde ciudadanos anónimos, con banderas palestinas en mano, denuncian así el sufrimiento del pueblo gazatí.

Posiblemente muchos espectadores compartan la misma visión de lo que se transmite una jornada tras otra: gentes que salen a la carretera o a la calle de su pueblo o ciudad para animar y formar parte del decorado deportivo del momento.

Desde mi cómoda butaca, como les decía, no dejo de admirar a toda esa gente que prefirió renunciar a la siesta mientras escucha la tenue voz de los experimentados comentaristas, capaces de darle, etapa tras etapa, una épica vibrante a la retransmisión.

Pero este año la Vuelta tuvo algo que la del año pasado no tenía. Se ha transformado en un espacio desde el que se denuncia el genocidio del pueblo gazatí. Puedo asegurar —y creo no equivocarme— que los ciudadanos anónimos que portan miles de banderas palestinas, y ninguna de Israel, lo hacen por solidaridad. Por defender los Derechos Humanos. Por algo será.

Por supuesto, en Gaza, por mucho que se empeñen los Trump, Blair o Netanyahu, espero no se lleve adelante una “Riviera de Oriente Próximo” según ha denunciado el prestigioso periódico The Washington Post y en todo caso la “reconstrucción” que sea fruto del empeño palestino y no de los “Fondos buitres de inversión”. Eso espero y deseo.

4/9/25

CISJORDANIA-GAZA: SE BUSCA UN JUEZ QUE INVESTIGUE “CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD”

España derogó la justicia universal —instrumento que permitió al juez Garzón dictar orden de detención contra  Pinochet en 1998— pero sigue vigente la posibilidad de actuación de oficio por parte de los tribunales ante genocidios o crímenes graves.

Me gustaría que en algún momento algún juez, motu proprio, decida investigar estas cuestiones”. Lo mismo me da si esto se da desde La Rioja o desde otra comunidad autónoma. ¿De los casi 40 jueces que operan en nuestra región ¿Habrá algún “valiente”?

España contaba con un “instrumento muy eficaz”, la justicia universal, que permitió que el juez Baltasar Garzón lograra la detención del dictador chileno Augusto Pinochet en 1998 sorprendiendo y provocando la admiración de todo mundo occidental. No se si el PSOE está por la labor de recuperar esta fórmula, lo cierto es que de momento es Sumar el partido que sí ha presentado una iniciativa en el Congreso para recuperar esa legislación, pero permanece bloqueada en la Mesa —donde lleva año y medio acumulando ampliaciones del plazo de enmiendas.

Recordemos que esta situación viene del PP que derogó la justicia universal, pero esto para algunos expertos no impide que los tribunales puedan actuar ante un crimen de lesa humanidad o un genocidio. Así que, como comentaba el señor Borrell en la SER, “estoy convencido de que los responsables de genocidios y sus colaboradores no quedarán sin consecuencias ante los jueces. No les extrañe que en algún momento algún juez decida investigar estas situaciones motu proprio”. Veremos.


1/9/25

CARTA A JAVIER GARCÍA, LIDER DEL PSOE LA RIOJA

 


“Diálogo, hegemonía y conflicto: claves para el socialismo riojano”. 

"No soy de los que, ante la antipolítica que practican PP y Vox, adopta una postura equidistante ni neutral. El ambiente político está envenenado principalmente por las derechas. ¡La asimetría es real y quien acaba pagando el precio es la sociedad y partidariamente la izquierda!"

El debate sobre la estrategia política en La Rioja no puede olvidar que la lucha de clases sigue presente, que el diálogo es necesario pero también lo es señalar a los responsables del conflicto social y defender la hegemonía cultural del socialismo democrático.

Se suele decir en el ámbito de la política que “no suele haber paz para los moderados”, pero lo cierto es que, como muy bien señaló Warren Buffett: “Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando”. Digo esto para recordar que la lucha de clases existe y que una cosa es la política electoral, que se puede llevar adelante desde la gobernanza o desde la oposición, y otra muy distinta es creer que no existe el conflicto social.

Yo participo de la estrategia del diálogo y del acuerdo, pues lo he practicado en el marco sindical tanto con patronales y empresarios como con responsables políticos. Es decir, que nadie extraiga conclusiones erróneas sobre qué hacer hoy en La Rioja a consecuencia del artículo publicado por Javier García Ibáñez, líder del PSOE, en el diario La Rioja.

Aplaudo la búsqueda de espacios de entendimiento desde la coexistencia constitucional con todos los partidos del arco parlamentario, salvo con Vox —que debería ser ilegalizado—. Pero sería un error si esta estrategia socialista no pusiera frente al espejo al presidente de la Comunidad Autónoma, Gonzalo Capellán, pues, quiera o no, es copartícipe de toda una ofensiva lanzada desde la M-30 contra el socialismo democrático. Por tanto, si la puesta en escena socialista tendente a alcanzar acuerdos de región no da fruto, más pronto que tarde habrá que replantearla.

Todo lo dicho no significa aparcar el trabajo por la hegemonía cultural, porque si se pierde, el coste es enorme. Por eso, y más aún, siendo el PSOE el partido de la izquierda nuclear en nuestra región, convendría organizarse para frenar a quienes, desde Estados Unidos o desde Marte, pretendan erosionar el espacio de la moderación y la convivencia.

 

26/8/25

MODO "patriotismo"

Decía Charles de Gaulle “Patriotismo es cuando el amor por tu propio pueblo es lo primero; nacionalismo, cuando el odio por los demás es lo primero”. 

Las derechas gritan “España” pero su proyecto es viejo y bebe del nacionalcatolicismo: mantener los privilegios de unos pocos frente a la mayoría trabajadora. El PP y Vox no defienden a la patria, defiende como siempre a los poderosos. 

Ambos partidos se envuelven en banderas y gritan “patria”, pero sus políticas son un ataque directo a los trabajadores, a las mujeres y a la democracia. Desde una mirada marxista, es evidente: la derecha siempre ha estado al servicio de las élites económicas, usando el discurso nacionalista para ocultar la lucha de clases. Hablan de unidad, pero su verdadera agenda es dividir, enfrentando a unos contra otros para que los poderosos sigan acumulando privilegios. 

El patriotismo de Vox y del PP no es más que antipatriotismo. No se trata de defender al pueblo, sino de proteger a los intereses de grandes capitales y poderes extranjeros, especialmente los de Estados Unidos que ha abierto una “guerra de momento comercial planetaria contra China”. Mientras repiten la palabra “España”, promueven recortes de derechos sociales en comunidades autónomas y políticas fiscales que favorecen a los ricos. 

La patria no se defiende con odio ni con símbolos del pasado, sino con derechos, igualdad y justicia social. Defender la patria es garantizar vivienda, sanidad, educación, salarios dignos y respeto a los derechos humanos. La verdadera España está en sus gentes trabajadoras, en las mujeres que luchan, en la juventud que reclama futuro. PP y Vox pretenden disfrazarse de patriota, pero en realidad debilita al país al ponerlo al servicio de los poderosos. 

 

22/8/25

MODO: Hasta los "bemoles"


Del nazismo a Gaza: la historia no puede repetirse ante nuestros ojos. La humanidad supo derrotar a Hitler y poner fin a una maquinaria de exterminio que dejó millones de víctimas. Hoy, sin embargo, el genocidio que sufre el pueblo palestino en Gaza a manos de Israel avanza con la complicidad internacional. La lección histórica está clara: frente al horror, la indiferencia también es un crimen.

Netanyahu acelera la ofensiva israelí en la Ciudad de Gaza.  La ONU y la Cruz Roja, así como las familias de los rehenes israelíes, continúan reclamando un alto el fuego inmediato, pero el primer ministro Benjamín Netanyahu ha ordenado acelerar la toma de la localidad. Mientras Egipto y Arabia Saudí buscan una salida negociada, e incluso Hamás ha ofrecido la liberación de parte de los israelíes secuestrados, Tel Aviv ha descartado por el momento responder a las ofertas de tregua. 

Europa dirigida por partidos de derechas se ha convertido en cómplice de un genocidio. Israel ya no es el estado democrático de la década de los 60. Los socialistas, los progresistas…etc tienen que salir a la calle en Occidente a defender a los palestinos.

¿Hasta cuándo la OTAN va a consentir este asesinato en masa? ¿Cómo se derrotó al nazismo?

18/8/25

MODO “Poderoso caballero es don Dinero”

Recordando la letrilla de Quevedo, el dinero sigue siendo el amo de todas las cosas, aunque hoy viste de algoritmo, fondo buitre y lobby corporativo.  Como expresó Zohran Mamdani, el joven de 33 años que el pasado 24 de junio arrasara en las primarias demócratas por la alcaldía de Nueva York, creo que no deberíamos tener multimillonarios.

Son muchos los ciudadanos que no quieren entender que nuestra sociedad está marcada por una injusticia estructural: la división de sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas. Por un lado, los capitalistas, que controlan los medios de producción, las finanzas y los grandes mercados, y utilizan ese control para acumular riqueza y poder. Por otro, la clase trabajadora, que solo posee su capacidad de trabajo y vive subordinada a las reglas impuestas por los intereses de una minoría privilegiada.

Ese rechazo a reconocerse como parte de la clase trabajadora está generando una mayor opresión en ámbitos como el laboral, la exclusión social, la concentración del poder mediático en unas pocas manos o el deterioro de la democracia. El desequilibrio es tal que los poderosos de turno han blindado sus posiciones, moldeando leyes, mercados e instituciones en beneficio propio y consolidando un modelo económico que normaliza la desigualdad extrema. Me viene a la mente el caso Montoro como muestra de esta tara hispana, junto a otros ejemplos como Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg en EE. UU., quienes se han beneficiado de lo público para fortalecer sus fortunas.

Ante este escenario, diríase que la necesidad, la razón y la justicia exigen superar tanto la desigualdad como el antagonismo de clases, mediante una transformación profunda del orden social que permite y legitima la acumulación desmedida de riqueza y poder en pocas manos.

Tal es el “desclasismo” que hasta los más militantes de la idea —donde prima la política electoral y no tanto la política con mayúsculas— ponen cara de extrañeza cuando se les recuerda que el PSOE tiene por aspiración la completa emancipación de la clase trabajadora, entendida como la abolición de todas las formas de explotación y opresión, y la construcción de una sociedad de trabajadores libres, iguales, solidarios y responsables de su destino común.

Esta flagrante contradicción —me refiero al no querer o saber que formas parte de la clase oprimida— es lo que permite que calen discursos según los cuales, gracias a los millonarios, vivimos mejor. Error de bulto: estos poderosos no son el resultado de un mérito excepcional, sino de un sistema que socializa los riesgos y privatiza los beneficios, pues sus fortunas dependen de infraestructuras financiadas colectivamente —carreteras, puertos, sistemas legales, educación pública, investigación científica— y del trabajo de millones de personas invisibilizadas.

En este mundo tan desigual, donde la economía se ha globalizado —pero no así los derechos humanos—, vemos cómo coexisten fórmulas de gobierno tan dispares como las generadas en la Unión Europea, EE. UU. o los BRICS, pero en ninguna de ellas se han reducido las grandes fortunas; es más, todo apunta a una mayor concentración. De ahí que sea necesario clamar, como europeos, en favor del aseguramiento de una democracia social, frente a la iliberal que cuestione las bases de un modelo que permite la existencia de multimillonarios como símbolos de un sistema fallido.