3/7/25

ANTE EL COMITÉ FEDERAL: ¡qué hacemos con el partido?

 Hasta la II República, el PSOE y el Gobierno de la nación caminaban por sendas separadas. Fue con la Transición y el ascenso de Felipe González cuando el partido rompió con su tradición y abrazó un modelo cesarista y partitocrático que hoy sigue pesando como una losa.

Navegamos en aguas turbulentas. A bordo de la nave socialista se han subido truhánes que la Justicia en su momento determinará. El motor de la nave apenas ruge y las olas amenazan con hacernos naufragar. Pero no podemos detenernos: si el barco se para, se hundirá. 

La militancia socialista está ahí, formada, dispuesta a ser llamada como cuerpo expedicionario para arrimar el hombro y sacar al partido del atolladero. A la Dirección Federal le toca no desperdiciar la que quizá sea la última oportunidad.

Cuando tome el timón un nuevo equipo en el área de Organización, deberá grabarse a fuego una máxima: “un objetivo sin un plan es sólo un deseo”. No basta con invocar los 146 años de historia. La longevidad no garantiza futuro. El socialismo no es un milagro, es una lucha organizada. Y esa lucha pasa por el trabajo institucional, sí, pero también por el activismo en la calle.

El daño al partido —y sus consecuencias electorales— aún está por verse. Pero uno de los males que carcomen nuestras entrañas es la mal entendida y practicada democracia interna. Hemos convertido las primarias en un trámite casi imposible: de los avales accesibles del 39º Congreso (1% federal, 2% regional, 3% provincial) saltamos en Sevilla al 41º Congreso con exigencias asfixiantes (10%, 12% y 15%, respectivamente).

A ello se suma una década de tropelías que han dejado a las corrientes de opinión, como Izquierda Socialista en una situación digámoslo compleja.

Con los actuales Estatutos, y salvo que el Comité Federal del 5 de julio haga una interpretación “flexible” y valiente de los mismos, parece complicado revertir los déficits democráticos y abrir la participación y la proyección-empoderamiento de la militancia. Convocar un Congreso Federal extraordinario ahora sería casi una quimera en estas circunstancias.

Lo máximo a lo que podemos aspirar —y no es poco— es a organizar en septiembre una Conferencia Política y de Organización verdaderamente amplia, con delegados elegidos en listas abiertas, cuyo objetivo sea recuperar una democracia interna perdida y reinstaurar de forma contundente un principio olvidado: “Un/a socialista, un cargo”
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2/7/25

EL PSOE Y LAS CONTRADICCIONES DEL PP DE FEIJÓO

El “caso Cerdán” ha desatado un terremoto político. Para el Partido Popular, era la oportunidad perfecta para golpear al gobierno de España. Pero lo que debía ser una jugada maestra ha acabado dejando en evidencia los límites —y las hipocresías— de la estrategia de Alberto Núñez Feijóo.

Desde el PSOE, se declara que Cerdán “no tiene nada que ver con el Partido Socialista”. Puede parecer una frase demasiado tajante, pero responde a una lógica clara: en un momento delicado, y el partido tiene que proteger su hoja de servicios y, sobre todo, su credibilidad ante la ciudadanía progresista.

Pero más allá del golpe, hay que entender el contexto. Porque lo que está en juego no es solo una figura concreta, sino un proyecto político que incomoda a las derechas. No es la primera vez que un dirigente socialista se ve envuelto en una controversia, como tampoco es nuevo que la derecha intente convertir errores individuales en crisis de Estado. Lo realmente preocupante es cómo Feijóo intenta sacar rédito político sin importar el precio democrático: esta vez, impulsando una moción de censura sin apoyos reales, con Junts y el PNV dándole la espalda.

Y aquí se revela la contradicción: Feijóo necesita a Junts para derribar a Sánchez, el mismo partido al que ha llamado “golpista” y del que renegó públicamente. ¿En qué quedamos? Si tan ilegítimos son para pactar, ¿por qué buscar ahora su respaldo? Lo que en boca de Sánchez es “traición”, en Feijóo se convierte en “responsabilidad de Estado”. Es un doble rasero difícil de digerir para cualquiera que aspire a una política mínimamente coherente.

En paralelo, dentro del PSOE se abre un debate interno inevitable. A pocos días del Comité Federal, muchas voces reclaman una regeneración profunda: nuevos liderazgos, nuevas formas de hacer política, y una vuelta al contacto real con la militancia y la calle. Es un ejercicio necesario, porque el partido que más ha hecho por la modernización y los derechos en este país no puede permitirse el lujo de perder el vínculo con su base social.

Pero también hay que poner el foco en lo que está detrás de este nuevo ataque al Gobierno. Pedro Sánchez no es el objetivo por casualidad. Es el blanco porque representa algo que la derecha no puede digerir: una izquierda que gobierna con eficacia, que sube el salario mínimo, que refuerza el escudo social, que apuesta por la convivencia territorial y que está en sintonía con la mayoría del país. Y eso, para ciertos sectores económicos, mediáticos y judiciales, es intolerable.

Ya lo hemos visto antes en la historia del socialismo español. Desde a Pablo Iglesias Posse a José Luis Rodríguez Zapatero también intentaron destruirlos desde los mismos poderes fácticos. Hoy lo vuelven a intentar con Pedro Sánchez, utilizando bulos, querellas sin base y titulares tóxicos. No es crítica legítima: es una campaña orquestada de descrédito personal. Y lo hacen porque saben que no pueden ganarle limpiamente en las urnas.


Conclusión.
Defender a Pedro Sánchez hoy no es solo defender a un presidente: es defender un modelo de país donde la política se hace para la mayoría, no para las élites.

Y eso, para quienes creemos en una izquierda útil y transformadora, sigue mereciendo la pena.

 

13/6/25

NO TODOS LOS PARTIDOS SON IGUALES

En tiempos de ruido, bulos y frases de bar, conviene tener las ideas claras: el PSOE no es el PP. Ni ha sido condenado por corrupción, ni su líder aparece en papeles B. Pero para que eso siga siendo cierto, los socialistas deben reaccionar con firmeza ante cualquier sombra de duda. Porque si algo distingue a la izquierda es que no traga con la corrupción, ni aunque venga de los suyos.

Repasemos un poco la historia y seamos claros:
El PSOE no tiene su sede pagada con dinero robado, como sí ocurrió con el PP.
El PSOE no tiene exministros condenados por corrupción como Matas, Rato o Zaplana.
El PSOE no tiene a su líder apuntado en una contabilidad B por sobresueldos en billetes de 50 euros.
Y lo más importante: el PSOE no ha sido condenado como partido por corrupción.

¿Por qué digo esto ahora? Porque, tarde o temprano, la gente va a tener que elegir entre dos opciones:

·         El PP de Feijóo, apoyado por la ultraderecha.

·         El PSOE, junto con otras fuerzas progresistas e independentistas.

Esa será la elección, y en ese momento es mejor tener claro de qué estamos hablando, sobre todo cuando aparece algún cuñado diciendo que todos los políticos son iguales, que si "corrupción, cocaína y putas".
No, no todos son iguales.

El PSOE, a diferencia del PP, sabe lo que es pedir perdón. Analiza lo que ha pasado, reconoce errores, asume las consecuencias y toma medidas. El PP, en cambio, prefiere mirar para otro lado y fingir que no ha pasado nada. Mira a Camps, por ejemplo: ahí está, intentando volver como si lo suyo con los trajes y la corrupción fuera cosa menor. O a Feijóo resucitando viejas caras del pasado.

Por lo que representa el PSOE –un partido progresista, con una historia de lucha social y compromiso democrático–, no puede permitirse tolerar la corrupción. Ya sabemos lo que pasó en los años 90, cuando la corrupción acabó hundiendo al felipismo. Si Sánchez diera señales de tapar escándalos o proteger a gente corrupta, la militancia no lo permitiría.

Así que calma. Que no cunda el pánico.

Sánchez lleva siete años en Moncloa. Ha tenido momentos difíciles, sí. Pero si sigue firme contra la corrupción –la real, no los bulos sobre su mujer, su hermano o el fiscal general–, su disculpa por haber confiado en quien no debía puede ser creíble.

Además, Feijóo no tiene los apoyos suficientes para echarle. Y eso es porque asusta a muchos partidos democráticos, por un motivo u otro. Tendrá que seguir esperando... si es que Ayuso (Madrid) se lo permite. Mientras un tal Bonilla (Andalucía) se frota las manos.

9/6/25

¡VIVA LA DEMOCRACIA SOCIAL!

Las elecciones, verdadero sostén del sistema democrático, allá donde se dan, marcarán el rumbo político de regiones clave en el mundo. En Europa, el calendario electoral tras pasar por las últimas citas en Polonia, Rumanía, Albania, Moldavia y Portugal dejan un mapa político complejo. Veremos qué pasa en Noruega y la República Checa. 

Todos estos ciudadanos europeos han tenido o tendrán la posibilidad de elegir qué modelo de sociedad quieren. Más social o más individual. Muchos analistas nos hablan de que cada vez más gente siente que el modelo neoliberal está agotado. No solo porque ha dejado de dar respuestas, sino porque ha generado problemas profundos: precariedad, desigualdad, inseguridad vital y una democracia cada vez más débil. Entonces, ¿qué viene ahora? 

Desde los centros de poder solo nos plantean dos caminos: continuar con el modelo de siempre —desregulación, privatizaciones, recortes y una política sometida a intereses económicos— o apostar por una ultraderecha que se disfraza de antisistema, pero que protege los mismos privilegios, persigue la disidencia y recorta derechos. Ambas opciones nacen del mismo sistema: un capitalismo que ya no sirve a la mayoría ni ofrece un futuro digno. Estos últimos los conocemos muy bien por España. Se apropian del lenguaje del pueblo, usan el miedo como pegamento, se disfrazan de antisistema, reescriben el pasado y atacan los derechos como si fueran privilegios. 

Ambas opciones parten del mismo modelo: un capitalismo que ya no funciona para la mayoría donde además la derecha clásica en muchos países blanquean el odio y la mentira y, la llamada «internacional reaccionaria», con epicentro en la Casa Blanca, viene interviniendo activamente en los procesos electorales europeos, impulsando candidaturas de extrema derecha y tejiendo alianzas destinadas a desestabilizar el proyecto democrático del viejo continente y, ninguna ofrece un futuro mejor. 

Mucha gente, desesperada y sin alternativas claras, ha dejado de votar a las opciones clásicas que desde la Segunda Guerra Mundial vienen operando y se han pasado a la extrema derecha, que no a la izquierda radical. No porque compartan su discurso, sino porque esperan un cambio real. Culparles desde el bloque progresista por eso es no entender su situación. El problema no es su voto; el problema es que no se está siendo capaz de ofrecer soluciones que conecten con sus vidas. 

Frente a este capitalismo salvaje solo hay una salida con futuro: recuperar la esperanza en un proyecto de transformación profunda, en favor de la libertad y la igualdad. Si lo prefieren -por aquello de no asustar-, póngale usted mismo el nombre. ¡Viva la democracia social!

7/6/25

ROBERTO MADORRÁN UN VETERANO SOCIALISTA


Hace ya varios días que el compañero Roberto Madorrán nos dejó a sus 84 años. Para muchos será simplemente un ciudadano más, pero para quienes formamos parte de la familia socialista, Roberto ha sido —junto a otros tantos— una pieza fundamental para entender la historia del PSOE en Logroño, en La Rioja, y en el avance de la democracia en nuestra tierra.

Terminando la década de los 70, y en La Rioja, como en el resto del país, se respiraba un aire de esperanza, de miedo, y también de dignidad. El franquismo se deshacía lentamente, pero no sin resistencias. Aún se militaba en la clandestinidad, en locales discretos, en conversaciones a media voz. Fue en ese contexto en el que conocí a Roberto, un logroñés valiente que con ardor defendía sus sus ideas. Él representaba esa generación que no bajó los brazos, que trabajó sin focos ni homenajes para que hoy tengamos los derechos y libertades que disfrutamos.

Años más tarde, tuve el placer de reencontrarme con él pues Roberto trabajaba un oficio noble y discreto, cercano a uno de los que tuve siendo aprendiz. Yo había empezado en un taller donde se moldeaba el oro: pulseras, alianzas, pequeñas joyas cargadas de historia. Él, con la misma precisión y cariño, atendía su taller, ubicado frente a la entonces Delegación de Hacienda, hoy Agencia Tributaria.

Ya como secretario general de UGT en La Rioja, no faltaba nunca la visita  anual a su despacho para encargarle una insignia especial que cada 1º de Mayo entregábamos a aquel sindicalista que considerábamos que se la había ganado con creces. Roberto ponía en cada insignia no solo su oficio, sino su historia, su militancia, su compromiso.

No puedo cerrar este pequeño homenaje sin mencionar a su compañera, Fe Castresa. Gracias, Fe, por caminar a su lado, por compartir con todos nosotros su luz y su compromiso.

Que la tierra te sea leve, compañero Roberto. Hasta pronto.

28/5/25

VISTO LO VISTO. OJO POR OJO

 

El peso del pasado reciente de Alemania condiciona su presente diplomático. Mientras tanto, el mundo asiste con impotencia al drama de Gaza, atrapado entre el cálculo político, la crueldad y la indignación moral que crece lentamente en las calles.

La posición del Gobierno alemán respecto a la guerra en Gaza es, en esencia, el fruto de un complejo de culpa histórico. Y la culpa es una fuerza poderosa: paraliza, nubla el juicio, nos encierra en decisiones motivadas por el miedo al error ya cometido, en lugar de guiarnos por la esperanza de un bien futuro.

Pero no se puede seguir mirando hacia otro lado ante un genocidio que se televisa día tras día. No se trata ya solo de cifras ni de geopolítica: lo que ocurre en Gaza y Cisjordania es una tragedia humana constante, y cada vez percibo con más claridad el hastío y la desesperación en mi entorno. ¿Cuánto más debe ocurrir para que la muerte deje de campar a sus anchas en Palestina?

En medio de esta impotencia, me descubro soñando con un mundo donde el odio sea una "avis rara", una rareza que nos sorprenda, no una plaga cotidiana. Pero hoy, ese odio parece la octava plaga de Egipto que faltaba por desatarse.

Sé que lo que voy a decir resulta contradictorio, incluso odioso, pero no puedo evitarlo: deseo la desaparición inmediata de Netanyahu. El gobierno de Israel no son los defensores de la Ley del Talión. Pue eso, que empiece el baile. Trump y Merz tienen mucho que decirnos.

27/5/25

EL SUPUESTO CAOS REVITALIZA AL PP

 No hay caos, aunque la derecha se esfuerce en instalar esa idea. Lo que hay es ruido, confusión interesada y una ofensiva narrativa bien construida. Y ante eso, el PSOE tiene un reto: explicar mejor, con claridad y sin complejos, lo que está haciendo. Porque si la política se convierte en una batalla de percepciones, no basta con gobernar bien. También hay que contarlo bien. 

Cada uno puede elegir el sondeo que más le convenga para armar su relato, pero lo que empieza a tomar cuerpo es una sensación que favorece a la derecha: entre la desafección que nutre a Vox y la arrogancia sustentada por bulos que impulsa al PP, el bloque conservador sigue sumando. Y si nadie lo impide, seguirá creciendo. 

En este contexto, la izquierda —y especialmente el PSOE— no puede permitirse seguir gestionando el día a día como si fuera suficiente. No lo es. Hacer política institucional está bien, pero hoy es igual de importante diseñar una estrategia para combatir, desde abajo y desde arriba, el clima de descrédito que se extiende como una niebla densa. Una niebla que alimentan portavoces de toda índole, reforzando la idea de que España es un país al borde del colapso. 

Los socialistas estamos obligados a defender la democracia social.

La última encuesta del CIS enciende las alarmas: PP y Vox alcanzarían juntos la mayoría absoluta con 182 escaños. El PP, por sí solo, ha recuperado ocho diputados en solo un mes. 

El apagón informativo ha dejado el campo libre a una derecha que ha sabido vender la teoría del caos: las consecuencias de la DANA, los fallos en los trenes, el bloqueo parlamentario, las tensiones con Junts, los choques internos en el Ejecutivo, la división en la izquierda… Todo se presenta como prueba de un país que se descompone. Incluso una medida tan potente como la reducción de la jornada laboral queda eclipsada. 

Los datos del CIS lo confirman: el PSOE cae al 29,4% en estimación de voto, su peor registro del último año, dos puntos por debajo del resultado que obtuvo en las elecciones generales. Hay un problema claro de movilización: más de 700.000 votantes socialistas están hoy desactivados. Algunos migran hacia el PP; otros, simplemente, se quedan en casa. 

La mentira como estrategia

Y si a eso le sumamos la fragmentación a la izquierda del PSOE, la foto es aún más preocupante. Podemos y Sumar están prácticamente empatados en intención de voto, con solo 1,9 puntos de diferencia, la menor distancia registrada hasta ahora. Las negociaciones entre ambas formaciones se avecinan complicadas, por no decir imposibles y el número de escaños que sumarían juntos se ha desplomado a la mitad de lo que obtuvieron en julio de 2023. ¿Qué hará IU? 

Todo esto ocurre, paradójicamente, en un contexto sin crisis económica. Ni las expectativas personales ni la percepción general del país están hundidas. España no se rompe por mucho que lo diga el PP. Lo que hay es un rechazo creciente a la clase política. Así los partidos y los políticos son hoy el principal problema para el 14% de los ciudadanos, por encima incluso de la vivienda o el desempleo. 

La conclusión es clara: no hay caos, pero sí hay un relato del caos que está funcionando. Y si la izquierda quiere cambiar el guión, tiene que dejar de mirarse el ombligo. El PSOE necesita ordenar, visibilizar y popularizar lo que hace. Y su militancia, activarse en la calle, barrio a barrio, conversación a conversación. Solo así podrá volver a ser el referente, no solo de la izquierda, sino de toda una mayoría social que no quiere retrocesos.