Hace ya varios días que el compañero Roberto Madorrán nos dejó a sus 84 años. Para muchos será simplemente un ciudadano más, pero para quienes formamos parte de la familia socialista, Roberto ha sido —junto a otros tantos— una pieza fundamental para entender la historia del PSOE en Logroño, en La Rioja, y en el avance de la democracia en nuestra tierra.
Terminando la década de los 70, y en La Rioja, como en el resto del país, se
respiraba un aire de esperanza, de miedo, y también de dignidad. El franquismo
se deshacía lentamente, pero no sin resistencias. Aún se militaba en la clandestinidad,
en locales discretos, en conversaciones a media voz. Fue en ese contexto en el
que conocí a Roberto, un logroñés valiente que con ardor
defendía sus sus ideas. Él representaba esa generación que no
bajó los brazos, que trabajó sin focos ni homenajes para que hoy tengamos los
derechos y libertades que disfrutamos.
Años más tarde, tuve el placer de reencontrarme con él pues Roberto
trabajaba un oficio noble y discreto, cercano a uno de los que tuve siendo
aprendiz. Yo había empezado en un taller donde se moldeaba el oro: pulseras,
alianzas, pequeñas joyas cargadas de historia. Él, con la misma
precisión y cariño, atendía su taller, ubicado frente a la entonces Delegación
de Hacienda, hoy Agencia Tributaria.
Ya como secretario general de UGT en La Rioja,
no faltaba nunca la visita anual a su despacho
para encargarle una insignia especial que
cada 1º de Mayo entregábamos a aquel sindicalista que considerábamos que se la
había ganado con creces. Roberto ponía en cada insignia no solo su oficio, sino
su historia, su militancia, su compromiso.
No puedo cerrar este pequeño homenaje sin mencionar a su compañera, Fe
Castresa. Gracias, Fe, por caminar a su lado, por compartir con
todos nosotros su luz y su compromiso.
Que la tierra te sea leve, compañero Roberto. Hasta pronto.
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