2/7/25

EL PSOE Y LAS CONTRADICCIONES DEL PP DE FEIJÓO

El “caso Cerdán” ha desatado un terremoto político. Para el Partido Popular, era la oportunidad perfecta para golpear al gobierno de España. Pero lo que debía ser una jugada maestra ha acabado dejando en evidencia los límites —y las hipocresías— de la estrategia de Alberto Núñez Feijóo.

Desde el PSOE, se declara que Cerdán “no tiene nada que ver con el Partido Socialista”. Puede parecer una frase demasiado tajante, pero responde a una lógica clara: en un momento delicado, y el partido tiene que proteger su hoja de servicios y, sobre todo, su credibilidad ante la ciudadanía progresista.

Pero más allá del golpe, hay que entender el contexto. Porque lo que está en juego no es solo una figura concreta, sino un proyecto político que incomoda a las derechas. No es la primera vez que un dirigente socialista se ve envuelto en una controversia, como tampoco es nuevo que la derecha intente convertir errores individuales en crisis de Estado. Lo realmente preocupante es cómo Feijóo intenta sacar rédito político sin importar el precio democrático: esta vez, impulsando una moción de censura sin apoyos reales, con Junts y el PNV dándole la espalda.

Y aquí se revela la contradicción: Feijóo necesita a Junts para derribar a Sánchez, el mismo partido al que ha llamado “golpista” y del que renegó públicamente. ¿En qué quedamos? Si tan ilegítimos son para pactar, ¿por qué buscar ahora su respaldo? Lo que en boca de Sánchez es “traición”, en Feijóo se convierte en “responsabilidad de Estado”. Es un doble rasero difícil de digerir para cualquiera que aspire a una política mínimamente coherente.

En paralelo, dentro del PSOE se abre un debate interno inevitable. A pocos días del Comité Federal, muchas voces reclaman una regeneración profunda: nuevos liderazgos, nuevas formas de hacer política, y una vuelta al contacto real con la militancia y la calle. Es un ejercicio necesario, porque el partido que más ha hecho por la modernización y los derechos en este país no puede permitirse el lujo de perder el vínculo con su base social.

Pero también hay que poner el foco en lo que está detrás de este nuevo ataque al Gobierno. Pedro Sánchez no es el objetivo por casualidad. Es el blanco porque representa algo que la derecha no puede digerir: una izquierda que gobierna con eficacia, que sube el salario mínimo, que refuerza el escudo social, que apuesta por la convivencia territorial y que está en sintonía con la mayoría del país. Y eso, para ciertos sectores económicos, mediáticos y judiciales, es intolerable.

Ya lo hemos visto antes en la historia del socialismo español. Desde a Pablo Iglesias Posse a José Luis Rodríguez Zapatero también intentaron destruirlos desde los mismos poderes fácticos. Hoy lo vuelven a intentar con Pedro Sánchez, utilizando bulos, querellas sin base y titulares tóxicos. No es crítica legítima: es una campaña orquestada de descrédito personal. Y lo hacen porque saben que no pueden ganarle limpiamente en las urnas.


Conclusión.
Defender a Pedro Sánchez hoy no es solo defender a un presidente: es defender un modelo de país donde la política se hace para la mayoría, no para las élites.

Y eso, para quienes creemos en una izquierda útil y transformadora, sigue mereciendo la pena.

 

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