14/10/25

LA EXTREMA DERECHA LOGRÓ SUS MEJORES RESULTADOS EN UN BARRIO DE TRABAJADORES DE LOGROÑO

Elecciones europeas. Vox y el partido Se acabó la fiesta concentraron más del 25% de los votos en el entorno de la calle San Millán, una de las zonas con mayor presencia inmigrante de la capital riojana. La Rioja figura entre las nueve comunidades donde la formación ultra de Pérez se situó como cuarta fuerza, mientras Vox consolida su avance. 

Merece la pena recordar este resultado electoral que a muchos “descolocó” al comprobarse el auge de la extrema derecha en La Rioja durante las elecciones europeas. El partido de Alvise Pérez alcanzó la cuarta posición, y Vox experimentó un crecimiento significativo, aunque con diferencias según el territorio. En el conjunto de la comunidad, el PP obtuvo el 44,65% de los votos, el PSOE el 32,67%, Vox el 8,7% y Se Acabó la Fiesta el 3,65%. 

En Logroño, ambas formaciones ultraderechistas destacaron especialmente en el entorno de la calle San Millán, un barrio tradicionalmente obrero con creciente presencia de población inmigrante. En esta zona, ambas sumaron más del 25% de los votos, una cifra sin precedentes en el resto de la ciudad. 

A la vista de estos datos, y a falta de estudios más detallados -cuando Vox se está comiendo al PP-, cabe preguntarse si los partidos que se reivindican como defensores de la democracia han hecho algo concreto sobre el terreno o si han delegado su acción política en las medidas adoptadas desde las instituciones fiando así que como lluvia fina mermen estos datos. 

Se desconocen, por ahora, las causas exactas de esta ultraderechización del voto en un entorno históricamente vinculado a la clase trabajadora, hoy con una población envejecida y numerosa de jubilados. 

Es cierto que en este barrio conviven vecinos llegados de otros países, pero resulta preocupante que se alimente y se promueva un racismo inexistente cuando se trata de cobrar impuestos, alquileres o rentas procedentes de los negocios regentados por esos mismos inmigrantes —peluquerías, fruterías y otros comercios locales— por parte de exvecinos que no hacen ascos a los dineritos que les caen mes tras mes. 

Esa hipocresía solo puede superarse con un activismo que ponga el acento en la igualdad y en la libertad. 

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