Donde están los partidos de izquierdas, los
sindicatos, las asociaciones interesadas por la Educación. Escuchan las
declaraciones del Vicerrector de la UNIR y callan. ¿Por qué? Y mira que he
dejado pasar unas cuantas semanas. En fin.
Sentado frente al ordenador se me agolpan
cantidad de asuntos por los que escribir un pequeño artículo. Los hay
políticos; sociales y hasta deportivos pero, me prometo a mi mismo que no
voy a tocar ni el problema catalán, ni
la salida del dictador Franco del Valle de los Caídos. Así que descartados
estos, me inclino por lo publicado en esta segunda quincena de octubre en el
diario La Rioja bajo el título “Fomentar el desarrollo del talento desde edades
tempranas es cimentar sólidamente el desarrollo social”.
Leídas atentamente los posicionamientos del “entrevistado”
que no es otro que Javier Touron, experto en altas capacidades y Vicerrector de
la UNIR, me paro en una de sus afirmaciones que es lo que motiva estas líneas.
Dice así: “Todavía hay quien cree que la escuela está para promover la igualdad
y está para promover las diferencias”.
Bien, es su opinión -que no comparto-, y que desde
mi punto de vista, salvo error, la escuela está para socializar a los
individuos o dicho en otras palabras. La educación que se imparte en las
escuelas, institutos…etc, es el principal instrumento compensador de las
desigualdades sociales, de construcción de ciudadanía responsable, crítica y
exigente, siendo pilar fundamental para una sociedad libre.
Personalmente soy de los que apuesto por por la
educación pública como la única capaz de hacer llegar un modelo de calidad a
todos los estudiantes y frente a la falsa retórica de las evaluaciones, la
competitividad y la supuesta eficacia de la ideología conservadora que busca poner
en duda su capacidad y su valor como un bien común. Una buena educación es
aquella que aúna calidad y equidad; esto es, aquella cuyo objetivo es que todo
el alumnado sea capaz de alcanzar el éxito escolar indistintamente de sus
condiciones personales, sociales económicas, raciales, culturales o sexuales.
Finalizo con dos palabras. La diversidad y la
inclusión. La primera exige la adecuación del proceso de enseñanza-aprendizaje
con todo lo que conlleva a las necesidades y singularidades del alumnado que
forma parte del grupo para logar los objetivos de aprendizaje (aprender a ser,
aprender a hacer, aprender a pensar… etc.). La segunda es la estrategia que
define la atención a la diversidad, bien en la red de centros de Educación
Infantil, Primaria y Secundaria o bien en la red especializada de Centros
públicos de Educación Especial que ha de ser fortalecida.
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