En estos
días estamos leyendo artículos de opinión sobre cómo está la izquierda en
España apuntándose ideas tales como el cooperar; la confluencia de
izquierdas: estrategia o necesidad…y otras alternativas más, que hagan posible
sacar al PP de la Moncloa y que este no pueda perpetuarse gracias a Ciudadanos.
Junto a estos
debates teóricos se abre paralelamente la ventana ideológica para insistir, en
que no es lo mismo socialismo democrático que socialdemocracia y así como el
que no quiere la cosa, hablamos sobre las desconfianzas entrelazadas preferentemente
entre el PSOE y Podemos.
Situaciones
estas que no tienen por qué ocultar la política electoral ha hacerse por unos u
otros, para que la multiforme izquierda esté mejor situada en el tablero de los
sondeos, de la opinión publicada y de la opinión pública. Ya me entienden..
Así las
cosas parece que en estos cruzados debates uno se siente con cierta obligación
de tener que apostar y personalmente me inclino por las reformas, pero si éstas
son solo para gestionar el sistema, evidentemente no.
Por lo
tanto, no nos mareemos con que si el PSOE para ganar las elecciones y hacer
reformas en España hay que estar en el centro o en la centralidad. Hagamos
nuestros deberes, popularizando todo lo aprobado en el 39 Congreso socialista.
Hagamos Planes de Trabajo pensando en las personas, en crecer en número de
militantes y evidentemente en votantes. Luego, el día después de las elecciones
ya se cogerá la calculadora y se verá cómo en pos de la estabilidad de las Instituciones
se hacen los mejores gobiernos posibles.
Luego, si
estamos sí estamos en el tiempo de perfilar estrategias, háganse y de paso despejemos
cuanto antes algunas incógnitas. La primera a mi entender es si los socialistas
podemos desde la soledad cambiar la situación hoy gobernada por el PP o si hay
que trabajar pensando en la existencia de otras formaciones que juegan en
espacios que se solapan con el nuestro.
Personalmente
apuesto por una intermedia que combina nuestra forma de hacer y ser, con la de
ensayar una cierta “unidad de acción” -que no confluencia, alianza o unidad-, que
impida a las derechas profundizar en el desmantelamiento del Estado de
Bienestar. Todo lo demás es quimérico cuando no cainita o disgregador.
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