Tengo por costumbre analizar
las situaciones socioeconómicas que me afectan -sintiéndome en cualquier caso un
mero aprendiz en la materia-, y se me antoja que, al igual que el empleo es muy
volátil y temporal por culpa del aparato
productivo que lo propicia y el mal uso de la legislación de muchos empleadores
ayudados por la contrarreforma laboral del PP. En lo políticosocial ocurre algo
parecido. Las causas son en gran medida el origen del desajuste y de la
injusticia que provocan entre las personas que a mi entender es ahí donde hay
que poner el acento para obtener su corrección.
Así, el resultado del 20 de
diciembre pone de relieve un mapa electoral y social que no va a modificarse tan
rápido como algunos deseamos, tanto en cuanto las circunstancias/causas
sociales y laborales, tan dramáticas no se reduzcan cuando no se eliminen.
Por tanto, aunque el PP sea
el partido más votado -y eso que miles de trabajadores castigados por este
partido le han dado nuevamente la confianza-, veo impropio que el actual
inquilino de la Moncloa pueda seguir como si no hubiera pasado nada. Situación que
permite recorrer al PSOE un camino exploratorio, que a nada que aclare algunas ambigüedades
del pasado, se ubicará como partido necesario en la gobernación de España
aunque no tenga la hegemonía dentro de la izquierda.
Resulta paradójico que, aunque las fuerzas de izquierdas y otras de
índole opositora han tenido en su conjunto el apoyo del 52% de los votantes en
las elecciones del 20 de diciembre, su fragmentación y los riesgos de falta de
entendimiento, en principio, hace que su posición a fecha de hoy sea más débil.
En cualquier caso, voto por intentarlo porque por mucho que la “casta
mediática” lo tilde de antinatura, hay que dar un giro para restablecer el Estado de Bienestar.
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