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4. CONSIGNAS O IDEAS. Tenemos que pasar de ser una agrupación complaciente y obediente con las consignas venidas desde un centralismo democrático, a tener voz propia. Necesitamos que los militantes sean productores de ideas en el que el debate y la toma de decisiones, sin caer en el asambleísmo, sea nuclear. Partiendo de esta forma de entender la política en el que la coherencia entre lo que se dice, acuerda y se hace sea una constante y barra la incoherencia o lo permanentemente esgrimido como “políticamente correcto” que tanto se ha dado pase a mejor vida. Desde esta praxis podremos reconectar -como nodos activos- todas los espacios de pensamiento progresista (hoy por descubrir en la ciudad), para organizar una auténtica revolución de las ideas.
5. DEMOCRATIZACIÓN. La ola democratizadora que remueve todas las aguas y sacude las compuertas orgánicas no ha hecho más que empezar. El centralismo democrático agoniza. Y la demanda de más participación, debate y decisión está en el epicentro de lo emergente. La política formal ofrece el momento decisivo cada 1.460 días, en una sola jornada electoral, sean comicios o congresos. Pero la gente quiere opinar y ser decisiva cada día. Ya no esperarán pacientemente. Quieren decidir activamente. Hemos pasado del examen de final de curso (elecciones) a la evaluación continua (democracia vigilante) y se debe abrir paso -con ayuda de la tecnología- a las encuestas, las consultas, los referéndums y las grandes elecciones abiertas a todos los militantes, simpatizantes y electores, en función del ámbito o tema a decidir.
NOTA: Se toma como referencia y copia parcial el artículo “Otro modelo de partido es posible” publicado en: Fundación Ideas (27.12.2011), para elaborar el presente texto.
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