No recuerdo con precisión cuando fue la primera vez que entablé conversación con Carmelo Cabezón Llach. No recuerdo cuantas horas he pasado con él, pero les aseguro que son muchas. Si recuerdo su tenacidad por conseguir las metas que él o el sindicato UGT o el PSOE se había/n marcado. Si recuerdo su pasión por Joaquín Sabina. Si recuerdo el gran equipo que conformamos y que le catapultó a la secretaría general del sindicato socialista. Pero, sin lugar a dudas, TODOS recordamos y recordaremos sus ideales que son los míos. Los de hacer posible un mundo mejor.Enfin, desde esta pequeña ventana abierta al mundo, sólo puedo decir y solidarizarme con Soco, su mujer, su familia y sus amigos. Adios compañero.




