
Cuando se dice "Tenemos que hacer autocrítica, porque algunas cosas nos las hemos ganado a pulso, y eso hay que admitirlo", sería bueno trascender de la frase fácil y aplicarse a aclarar a la sociedad española a qué demonios nos estamos refiriendo. Lo contrario es telegénia y circunloquios mareantes lanzados desde la tribuna mediática de turno.
Evidentemente que el futuro del socialismo y en concreto del PSOE, no pasa por la “parálisis o la autodestrucción”, pero qué menos que los que lideran la Organización expliciten y concreten por lo menos, los cambios a los que crípticamente se refieren en ruedas de prensa.
Para ir terminando, en estos últimos diez años he apostado por un planteamiento que pudiéramos definir como en favor de un “socialismo democrático”, muy alejado de los pendulares y oportunistas compañeros que ora son socialdemócratas, ora socioliberales como si fuera lo mismo. Si ciertamente deseamos no helenizar el PSOE, cabe considerar como líneas prioritarias de reconstrucción del discurso la relativa a: una política económica de izquierda y la respuesta ante el drama social del paro; la referida a un Estado federal plurinacional y la que tiene que ver con una propuesta convincente sobre a dónde ir en y con la Unión Europea.