16/7/25

QUE NO NOS PARALICE LA INACCIÓN INTERNACIONAL


Es indecente contemplar cómo se prolonga en el tiempo el asesinato de miles de palestinos mientras las instituciones internacionales permanecen inmóviles. Ya no basta con expresar un firme apoyo al pueblo palestino —lo cual está muy bien— ni con denunciar la “catástrofe humanitaria de proporciones estremecedoras” que vive la Franja de Gaza.

Más allá de las diferencias ideológicas y partidarias, quienes nos identificamos con los Derechos Humanos debemos hacer todo lo posible para detener este genocidio, claramente consentido por Estados Unidos y las oligarquías árabes, entre otros actores. Esto, sin embargo, no exime a la Unión Europea de su parte de responsabilidad. Israel —o, si se prefiere, su gobierno y quienes dentro del país apoyan estas políticas— es responsable de la muerte, el exilio y la ocupación sistemática del pueblo palestino.

En este contexto, es imprescindible exigir el cumplimiento inmediato de las medidas cautelares dictadas por la Corte Internacional de Justicia para prevenir un posible genocidio en Palestina. Es urgente el cese de la violencia en Gaza, el levantamiento del asedio, la entrada segura de ayuda humanitaria mediante corredores permanentes, así como la consecución de un alto el fuego inmediato, la liberación de rehenes, el respeto al derecho internacional y el avance hacia una solución política justa que incluya el reconocimiento pleno del Estado palestino según las resoluciones de la ONU.

Por todo ello, la concienciación y la movilización ciudadana que están llevando a cabo infinidad de colectivos son claves para que nuestros gobernantes continúen trabajando a favor de la paz. Posturas como la adoptada por el Gobierno de España resultan fundamentales en el ámbito internacional, aunque a algunos les parezcan insuficientes. Personalmente, las aplaudo.

Quiero concluir mencionando una iniciativa que, aunque quizá no obtenga gran repercusión mediática, me parece un llamado a la conciencia de quienes creemos en el Derecho y en la Europa de las libertades. Se trata de un grupo de juristas expertos en derecho internacional que, el jueves 17 de julio, presentó ante el Tribunal de Justicia de la UE un recurso por “omisión de actuación” contra la Comisión y el Consejo de la UE, denunciando su inacción frente al genocidio en Gaza y su falta de respuesta ante las masacres perpetradas por el gobierno de Netanyahu.

3/7/25

ANTE EL COMITÉ FEDERAL: ¡qué hacemos con el partido?

 Hasta la II República, el PSOE y el Gobierno de la nación caminaban por sendas separadas. Fue con la Transición y el ascenso de Felipe González cuando el partido rompió con su tradición y abrazó un modelo cesarista y partitocrático que hoy sigue pesando como una losa.

Navegamos en aguas turbulentas. A bordo de la nave socialista se han subido truhánes que la Justicia en su momento determinará. El motor de la nave apenas ruge y las olas amenazan con hacernos naufragar. Pero no podemos detenernos: si el barco se para, se hundirá. 

La militancia socialista está ahí, formada, dispuesta a ser llamada como cuerpo expedicionario para arrimar el hombro y sacar al partido del atolladero. A la Dirección Federal le toca no desperdiciar la que quizá sea la última oportunidad.

Cuando tome el timón un nuevo equipo en el área de Organización, deberá grabarse a fuego una máxima: “un objetivo sin un plan es sólo un deseo”. No basta con invocar los 146 años de historia. La longevidad no garantiza futuro. El socialismo no es un milagro, es una lucha organizada. Y esa lucha pasa por el trabajo institucional, sí, pero también por el activismo en la calle.

El daño al partido —y sus consecuencias electorales— aún está por verse. Pero uno de los males que carcomen nuestras entrañas es la mal entendida y practicada democracia interna. Hemos convertido las primarias en un trámite casi imposible: de los avales accesibles del 39º Congreso (1% federal, 2% regional, 3% provincial) saltamos en Sevilla al 41º Congreso con exigencias asfixiantes (10%, 12% y 15%, respectivamente).

A ello se suma una década de tropelías que han dejado a las corrientes de opinión, como Izquierda Socialista en una situación digámoslo compleja.

Con los actuales Estatutos, y salvo que el Comité Federal del 5 de julio haga una interpretación “flexible” y valiente de los mismos, parece complicado revertir los déficits democráticos y abrir la participación y la proyección-empoderamiento de la militancia. Convocar un Congreso Federal extraordinario ahora sería casi una quimera en estas circunstancias.

Lo máximo a lo que podemos aspirar —y no es poco— es a organizar en septiembre una Conferencia Política y de Organización verdaderamente amplia, con delegados elegidos en listas abiertas, cuyo objetivo sea recuperar una democracia interna perdida y reinstaurar de forma contundente un principio olvidado: “Un/a socialista, un cargo”
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2/7/25

EL PSOE Y LAS CONTRADICCIONES DEL PP DE FEIJÓO

El “caso Cerdán” ha desatado un terremoto político. Para el Partido Popular, era la oportunidad perfecta para golpear al gobierno de España. Pero lo que debía ser una jugada maestra ha acabado dejando en evidencia los límites —y las hipocresías— de la estrategia de Alberto Núñez Feijóo.

Desde el PSOE, se declara que Cerdán “no tiene nada que ver con el Partido Socialista”. Puede parecer una frase demasiado tajante, pero responde a una lógica clara: en un momento delicado, y el partido tiene que proteger su hoja de servicios y, sobre todo, su credibilidad ante la ciudadanía progresista.

Pero más allá del golpe, hay que entender el contexto. Porque lo que está en juego no es solo una figura concreta, sino un proyecto político que incomoda a las derechas. No es la primera vez que un dirigente socialista se ve envuelto en una controversia, como tampoco es nuevo que la derecha intente convertir errores individuales en crisis de Estado. Lo realmente preocupante es cómo Feijóo intenta sacar rédito político sin importar el precio democrático: esta vez, impulsando una moción de censura sin apoyos reales, con Junts y el PNV dándole la espalda.

Y aquí se revela la contradicción: Feijóo necesita a Junts para derribar a Sánchez, el mismo partido al que ha llamado “golpista” y del que renegó públicamente. ¿En qué quedamos? Si tan ilegítimos son para pactar, ¿por qué buscar ahora su respaldo? Lo que en boca de Sánchez es “traición”, en Feijóo se convierte en “responsabilidad de Estado”. Es un doble rasero difícil de digerir para cualquiera que aspire a una política mínimamente coherente.

En paralelo, dentro del PSOE se abre un debate interno inevitable. A pocos días del Comité Federal, muchas voces reclaman una regeneración profunda: nuevos liderazgos, nuevas formas de hacer política, y una vuelta al contacto real con la militancia y la calle. Es un ejercicio necesario, porque el partido que más ha hecho por la modernización y los derechos en este país no puede permitirse el lujo de perder el vínculo con su base social.

Pero también hay que poner el foco en lo que está detrás de este nuevo ataque al Gobierno. Pedro Sánchez no es el objetivo por casualidad. Es el blanco porque representa algo que la derecha no puede digerir: una izquierda que gobierna con eficacia, que sube el salario mínimo, que refuerza el escudo social, que apuesta por la convivencia territorial y que está en sintonía con la mayoría del país. Y eso, para ciertos sectores económicos, mediáticos y judiciales, es intolerable.

Ya lo hemos visto antes en la historia del socialismo español. Desde a Pablo Iglesias Posse a José Luis Rodríguez Zapatero también intentaron destruirlos desde los mismos poderes fácticos. Hoy lo vuelven a intentar con Pedro Sánchez, utilizando bulos, querellas sin base y titulares tóxicos. No es crítica legítima: es una campaña orquestada de descrédito personal. Y lo hacen porque saben que no pueden ganarle limpiamente en las urnas.


Conclusión.
Defender a Pedro Sánchez hoy no es solo defender a un presidente: es defender un modelo de país donde la política se hace para la mayoría, no para las élites.

Y eso, para quienes creemos en una izquierda útil y transformadora, sigue mereciendo la pena.